Fake news. Algunos diccionarios las definen como “noticias falsas” que se difunden a través de las “tecnologías de la información y la comunicación” –básicamente, la televisión, la prensa escrita, la radio, los portales de noticias y las redes sociales– con el objetivo de “desinformar a la población”. Si pudiésemos sintetizar las definiciones disponibles sobre las fake news, diríamos que estas remiten casi siempre a tres variables: 1) la división entre lo verdadero y lo falso; 2) el desarrollo exponencial de las tecnologías de la información; y 3) las intenciones de ciertos grupos o actores políticos.[i] Este escrito propone pensar las fake news desde una perspectiva complementaria, preguntando no tanto por el “quién” o el “qué” se esconde detrás de dicho fenómeno, sino por el “cómo”.

¿Cómo funcionan las fake news, vale decir, cómo se arman, cómo se difunden y, sobre todo, cómo afectan la agenda pública y el debate democrático? Para responder estas preguntas no es necesario ir a buscar lo que se esconde detrás de las fake news. En cierta forma, todo se muestra tal como es en su misma superficie. Más allá de quién sea el emisario o qué intenciones tenga, las fake news parecen seguir siempre un modus operandi similar que consiste en sensibilizar, viralizar y condicionar. El objetivo es la población, el medio de transmisión es el discurso, mientras que los condicionamientos se vierten sobre las democracias.   

1. Sensibilizar

El fenómeno de las fake news suele estar relacionado con los procesos electorales de los últimos años. La elección de Donald Trump en los Estados Unidos es en este punto uno de los ejemplos más invocados por expertos e investigadores.[ii] Sin embargo, la actual pandemia de la Covid-19 ha vuelto a poner las fake news en el tapete. Así se ha llegado a decir que se trata de un virus sintético creado por un laboratorio de China, que el uso de los tapabocas o barbijos pueden causar hipoxia o que ciertos medicamentos –especialmente la hidroxicloroquina– pueden curar el Coronavirus. Tal ha sido la difusión y el impacto de las fake news que aquí, en la Argentina, se lanzó una plataforma para combatirlas.[iii]

La propagación de las fake news no es casual y sin duda obedece a una multiplicidad de factores. Quizá el factor más sobresaliente sea la necesidad de respuestas en tiempos de incertidumbre: “tenemos tal nivel de angustia, de incertidumbre e intranquilidad con lo que está pasando –dice Natalia Aruguete– que necesitamos completar esas sensaciones con certezas. Ese es un elemento central que explica la propagación de fake news”.[iv] La emocionalidad es aquí un elemento clave. Si entendemos a la información desde su definición más literal –esto es, como mensaje sobre un hecho objetivo y contrastable con la realidad–, bien podríamos decir que las fake news no apuntan tanto a desinformar como a sensibilizar. A través de las fake news es posible generar, difundir y consolidar un estado emocional en la población. Por cierto, toda información viene acompañada de un componente emocional. No hay información que circule libremente y sin condicionamientos. Siempre tenemos preferencias, establecemos jerarquías y hacemos exclusiones en la manera de informarnos. Son principios básicos de nuestro aparato cognitivo. El problema con las fake news es justamente que, allí donde actúan, vienen a cristalizar nuestras preferencias, jerarquías y exclusiones. No solo se trata de desinformar, sino también de exacerbar una sensibilidad previa.

En este sentido, las fake news van un poco más allá de la división entre lo verdadero y lo falso. La cuestión no solo consiste en difundir una mentira o, llegado el caso, una versión tergiversada de la realidad. Las fake news contribuyen a producir la realidad misma toda vez que generan estados de ánimo o sensibilizan. Tal fue el caso del pánico creado por cadenas de WhatsApp sobre las supuestas faltas de medicamentos, productos de limpieza y/o alimentos debido a la combinación entre una mayor demanda de la población y la expectativa de desabastecimiento por efecto de la cuarentena. Las noticias eran falsas, pero el pánico y las conductas sociales fueron bien reales en cuanto a sus consecuencias: “Esta paradoja de la actualidad (¿tal vez potenciada por el aislamiento?) parece convertir más que nunca aquello que es virtual en real, aunque sea mentira”.[v]

2. Viralizar

Tienen razón quienes dicen que la propagación de fake news no debe definirse como una “infodemia” –como lo hizo recientemente la OMS–, puesto que asimila al receptor de la información con quien se contagia pasivamente de un virus.[vi] Sin embargo, la metáfora de la infodemia tiene algo de cierto. El virus no solo se recibe: también se reproduce. Cada receptor es a la vez un reproductor. Las fake news no pueden pensarse sin el fenómeno de la viralización: “Uno quiere salir a contar; es como ‘spoilear’, cuando ves una serie y querés contársela a todos. Cuando te indignás también querés compartirlo con otros. En la presencialidad lo hacés con dos o tres personas, pero en las redes se traduce en el retweet que, potencialmente, puede llegar a 500 o miles de personas”.[vii] Lo cual equivale a decir que hoy día los consumidores de noticias son también productores de información. De manera inevitable, las fake news han pasado a ser parte de este proceso de democratización de la producción y puesta en circulación de información.

Las fake news están hechas de fragmentos, actúan a nivel capilar o molecular, y poseen capacidad de replicarse exponencialmente. En pocas palabras, son como un virus. Toda fake news se arma con fragmentos de verdad. Veamos un ejemplo sencillo: 

Hecho 1: El Coronavirus proviene de China.

Hecho 2: Existen virus producidos en laboratorios.

Hecho 3: El Coronavirus fue producido por un laboratorio de China.

Los dos primeros hechos son ciertos, aunque no así el tercero. Ahora bien, ¿dónde reside la falta de veracidad? El último hecho no solo es falso por lo que dice; también lo es por el modo en que conecta dos hechos ciertos de la realidad. Dicho de otro modo, la falsedad de las fake news no está únicamente en los contenidos que difunden, sino en la manera de articular esos contenidos.

Si las fake news tienen un poder de viralización tan grande, es en parte porque casi cualquier ciudadano o ciudadana puede cortar y pegar hechos de manera aleatoria. Solo hace falta utilizar un lenguaje medianamente “científico” que remita a algunos hechos sueltos pero comprobables o se apoye en ciertas “voces autorizadas”. Entendámoslo bien: lo que está en juego no es solo la difusión de una información malintencionada; lo que está en juego son nuestras formas de “producir verdad” o un discurso con pretensiones de verdad.   

Hay momentos en que las fake news pueden prestarse perfectamente a la construcción de teorías conspirativas. Siguiendo nuestro ejemplo:  

Hecho 1. El Coronavirus proviene de China.

Hecho 2. Existen virus producidos en laboratorios.

Hecho 3. China mantiene actualmente una fuerte disputa comercial con los Estados Unidos.

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Fake news. El Coronavirus fue producido por un laboratorio de China.

Teoría conspirativa I. El Coronavirus es un arma biológica producida por un laboratorio chino para atacar a los Estados Unidos.

Teoría conspirativa II. El Coronavirus responde a la imposición de un nuevo orden mundial.

Así pues, a partir de dos o tres hechos reales, perfectamente contrastables con la realidad, se puede dar lugar a innumerables fake news y desde ahí a las teorías conspirativas más disparatadas. No hacen falta demasiadas evidencias ni tampoco una gran imaginación. Solo hay que cortar, pegar y poner en circulación.      

3. Condicionar

A veces nos preocupamos por saber quién está detrás de las fake news: ¿los poderes económicos, un partido político, los asesores de un funcionario de gobierno? La preocupación por el quién es legítima y necesaria, aunque no alcanza para solucionar el problema. Las fake news son parte de una maquinaria cuyos productores pueden ser perfectamente relevados. Hoy las confecciona y difunde x, mañana puede hacerlo y, pasado lo hará z. Cualquiera puede jugar. Hasta cierto punto, esa maquinaria es tan democrática como la misma democracia a la cual condicionan. De ahí su eficacia… y también su peligrosidad.

Las fake news condicionan nuestras democracias por varias razones. En primer lugar, porque pueden obstaculizar la implementación de políticas públicos, especialmente aquellas dirigidas a enfrentar la pandemia de la Covid-19: “el intercambio de información no verificada tuvo un impacto negativo en la velocidad de reacción de las sociedades frente a la pandemia, precisamente cuando la velocidad en la toma de medidas es un factor esencial para contenerla”.[viii] Pero además, las fake news condicionan el debate público siempre que vienen a reafirmar prejuicios antes que promover el intercambio de ideas. Para el caso de un país como el nuestro, tan marcado por la desigualdad y la división social, no solo es un modo de fagocitar la “grieta”, sino de (re)producirla cotidianamente, en todo momento y en cada matiz del lenguaje.

¿Es posible hacer algo ante el avance aparentemente imparable de las fake news? Tal vez sí, aunque para ello no estarían alcanzando los mecanismos convencionales de regulación de la información: “Los Estados se han visto ante la disyuntiva de observar impasibles muchas veces cómo las leyes o los designios jerárquicos desaparecen en ámbitos electrónicos. Es por ellas donde la voluntad del soberano queda relegada a la interconexión de centros dispersos y anárquicos en cualquier rincón del planeta”.[ix]

No solo hay que regular y contrarrestar la producción de fake news; también hay que intervenir sobre las formas de sensibilizar a la población, rompiendo las cadenas de viralización o, más todavía, evitando el contagio. En cierto modo, es tanto una lucha cultural como una apuesta ética, política y hasta epistemológica. El fenómeno de las fake news debe abordarse desde todos los frentes. Nadie está exento de padecerlas, ni tampoco de la responsabilidad de frenar su propagación. Nuevamente, es como un virus… 


[i] Así, por ejemplo, Wikipedia señala que las fake news “Se diseñan y emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o rédito político”.

[ii] Véase al respecto el documento elaborado por la Federación Internacional de Periodistas (2017) “¿Qué son las fake news? Guía para combatir la desinformación en la era de la posverdad”. Disponible en https://www.ifj.org/fileadmin/user_upload/Fake_News_-_FIP_AmLat.pdf

[iii] Nos referimos a la plataforma confiar [https://www.telam.com.ar/infodemia/index.php] impulsada por la agencia Telam a principios de abril con motivo de la propagación de fake news luego de la implementación del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. La plataforma recibe los aportes de científicxs del CONICET agrupadxs en @ciencia.anti.fake.news

[iv] Página12 (24/04/2020). “¿Qué hay detrás de las fake news que se difunden alrededor del Coronavirus?” [entrevista a Natalia Aruguete, Santiago Mazzuchini y Natalia Zuazo]. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/261731-que-hay-detras-de-las-fake-news-que-se-difunden-alrededor-de

[v] Martínez Fazzalari, Raúl (29/04/2020). “Noticias falsas en tiempos de pandemia de Coronavirus”. Disponible en https://www.perfil.com/noticias/opinion/coronavirus-fake-news-tiempos-pandemia-covid19.phtml

[vi] Sobre este punto, nos remitimos nuevamente a Página12 (24/04/2020). “¿Qué hay detrás de las fake news que se difunden alrededor del Coronavirus?” [entrevista a Natalia Aruguete, Santiago Mazzuchini y Natalia Zuazo]. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/261731-que-hay-detras-de-las-fake-news-que-se-difunden-alrededor-de

[vii] Esteban, Pablo (29/04/2020). “¿Cómo se cocinan las fake news?” [entrevista a Leonardo Murolo]. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/269012-como-se-cocinan-las-fake-news

[viii] Enríquez, Matías (10/04/2020). “Fake news, la otra pandemia” Disponible en https://www.perfil.com/noticias/opinion/opinion-matias-enriquez-coronavirus-fake-news-pandemia-infodemia.phtml

[ix] Martínez Fazzalari, Raúl (29/04/2020). “Noticias falsas en tiempos de pandemia de Coronavirus”. Disponible en https://www.perfil.com/noticias/opinion/coronavirus-fake-news-tiempos-pandemia-covid19.phtml

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