Corría el año 1812. Belgrano estaba custodiando las costas del Río Paraná, amenazadas por los realistas: allí vio la necesidad de crear una insignia, un símbolo, que identificara al ejército revolucionario. En España, Napoleón seguía avanzando y Fernando VII continuaba preso. El camino de la independencia comenzaba a considerarse como el único que podría asegurar los cambios buscados.

Organizó a su ejército en dos grupos a los que llamó “Libertad” e “Independencia” y el 27 de febrero izó, por primera vez, una bandera blanca y celeste “conforme a los colores de escarapela”, según escribió Manuel en una carta al gobierno de Buenos Aires. Pero quienes gobernaban en la capital se habían alejado de las ideas revolucionarias y, asustados por la acción de Belgrano, le ordenaron “ocultar disimuladamente” la nueva bandera.

Mas  como era un hombre de convicciones, pocos meses después, cuando estaba en Jujuy, Manuel volvió a izar la celeste y blanca diciéndole al pueblo: “…Por primera vez veis la bandera nacional en mis manos, que ya nos distingue de las demás naciones del globo…” (1). En esta arenga realizada en ocasión del segundo aniversario de la Revolución del 25 de mayo Belgrano expresó no solo su convicción de que estaban construyendo una nueva nación, sino también que era el pueblo quien definiría el destino de la misma. Como jefe de aquel pueblo en armas, él conducía y respetaba su voluntad. Lo enunció diciendo: “Mi corazón rebosa de alegría al observar en vuestros semblantes, que estais adornados de tan generosos y nobles sentimientos, y que yo no soy más que un jefe á quien vosotros impulsáis con vuestros hechos, con vuestro ardor, con vuestro patriotismo. Si, os seguiré imitando vuestras acciones y todo el entusiasmo de que sólo son capaces los hombres libres para sacar á sus hermanos de la opresión” (2).

En esta oportunidad, al enterarse Buenos Aires lo acusó directamente de rebeldía y desobediencia al poder político. Belgrano se protegió diciendo que nunca se había enterado de la primera prohibición.

Pero en la ciudad puerto volvieron los aires de Revolución. Había llegado, entre otros, San Martín. Y el Primer Triunvirato tenía los días contados (3). Belgrano continuó la guerra y junto al pueblo venció a los realistas en Tucumán y Salta, en donde volvió a enarbolar la bandera blanca y celeste. Por primera vez en nuestra historia, una bandera que no era la española guiaba las tropas en la batalla.

Belgrano valoró tanto el esfuerzo del pueblo jujeño en la lucha, que creó una bandera especial en su reconocimiento: era una bandera blanca que tenía en el centro el recientemente creado Escudo Nacional. Los jujeños aún hoy la llaman “la bandera de la Libertad Civil” (4).

Belgrano partió entonces al territorio más peligroso: el Alto Perú, hoy Bolivia. Allí, las fuerzas realistas eran enormes. Nuevamente con la celeste y blanca enfrentó al enemigo, sin embargo fue duramente derrotado. Pero, ¿dónde quedaron las primeras banderas creadas por Belgrano?

Pasaron muchos años hasta que, en 1885, en la capilla de Titiri (hoy Bolivia) fueron encontradas dos banderas de seda celestes y blancas, una con la franja celeste al medio y la otra con la blanca en esa disposición. ¿Cómo habían llegado allí? Cuando Belgrano fue derrotado en Ayohuma intentó que no cayeran en manos enemigas. Le entregó tan preciados objetos al coronel Cornelio Zelaya, quien las escondió en la capilla del pequeño pueblo de Titiri (5).

Setenta y dos años permanecieron ocultas. Una vez encontradas, una de ellas fue llevada al Museo Casa de la Libertad de la ciudad de Sucre (Bolivia) donde descansa junto a los restos de otra patriota, Juana Azurduy, que había sido nombrada como Coronela por el mismo Belgrano. A esta bandera se la conoce como la “bandera macha”. La segunda bandera fue enviada a la Argentina y se encuentra en el Museo Histórico Nacional. Es conocida como la “bandera de Ayohuma”. Dos banderas, una misma historia que muestra, una vez más, cómo la lucha por nuestra independencia fue una lucha compartida por el conjunto de los pueblos del Sur de América.


(1) Cicarelli, V. E. (2012). Belgrano y la Bandera nacional de nuestra libertad civil. Jujuy: Ediciones culturales de Jujuy. Pág. 29.

(2) Íbidem.

(3) Ver: Galasso, N. (2000). Seamos Libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín. Buenos Aires: Ediciones Colihue. Capítulo 5.

(4) Ver: Cicarelli, V. E. (2012). Belgrano y la Bandera nacional de nuestra libertad civil. Jujuy: Ediciones culturales de Jujuy. Pág. 43. (5) Ver: Brown, F. (2020). La creación de la bandera nacional en: D´Ambra, D.; Espasande, M.; Izuel. M.; Pappalardo, G. Manuel Belgrano desde la perspectiva del distanciamiento social obligatorio. Lanús: Centro de Estudios de integración latinoamericana “Manuel Ugarte” y Centro de Educación popular “Felicita Mastropaolo”. Disponible en: http://www.unla.edu.ar/centros/centro-de-estudios-de-integracion-latinoamericana/publicaciones-ugarte/manuel-belgrano-desde-la-perspectiva-del-distanciamiento-social-obligatorio

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