El 7 de agosto de 1992, Leopoldo Moreau junto a Raúl Alfonsín presentaban en sociedad el MODESO (Movimiento para la Democracia Social). El documento fundacional comenzaba diciendo: “Hay tiempos históricos que son determinantes para el desarrollo de la Nación. Este es uno de ellos. La sociedad argentina debe optar entre el orden conservador que se le propone desde el gobierno o la democracia social”. En ese momento la Argentina venía tomando rumbos que se develaban, cada día más, netamente neoliberales. Veintitrés años después de aquella presentación en el Autopista Center, a fines de 2015 Leopoldo Moreau visitó la Universidad Nacional de Lanús invitado por el Rectorado y tuvimos la oportunidad de hablar con él sobre aquella frase que en estos momentos cobra nueva vigencia.

 

-¿Cómo aplicaría al momento actual las primeras palabras del documento fundacional del MODESO?

-Eso fue casi premonitorio, porque cuando se hizo ese documento, en la década del 90, estábamos precisamente atravesando el pico del orden conservador y liberal. Parecía lejana la idea de una democracia social que promoviera en términos de distribución del ingreso una transferencia de los sectores más concentrados hacia los sectores populares. Fue la capacidad anticipatoria que en realidad siempre lo caracterizó a Alfonsín entre sus virtudes como dirigente político. El ex Presidente Alfonsín, que había sido protagonista del retorno de la democracia política a la Argentina, tenía muy en claro que la democracia solo se podía consolidar si además tenía un contenido social, es decir, si favorecía a los sectores más postergados de la sociedad. Y en ese sentido, esa etapa que él preanunciaba es la que se inicia en el 2003 con el Kirchnerismo.

 

-¿Qué piensa de la designación por decreto de jueces de la Corte Suprema?

-Un verdadero desatino. A lo largo de los procesos democráticos de la Argentina nunca se había intentado llevar adelante una maniobra de esa naturaleza. Bueno, estos son los que en la oposición se decían “republicanos” y en el Gobierno actúan de manera autoritaria. Yo creo que ahí hubo seguramente una imposición del Grupo Clarín. Tengo una teoría particular, que el otro día compartía con Recalde a quien le parecía que podía ser factible. Yo creo que el apuro por designar estos dos miembros de la Corte y particularmente uno de ellos, tenía que ver con el hecho de que el 14 o el 15 de enero cae la cautelar que la Corte prorrogó en beneficio del Grupo Clarín. Si no, no se entendía cuál era la razón de la urgencia por hacerlos asumir antes de la feria judicial. En la feria se produce como una especie de bache, pero no del todo, porque la Corte no deja de funcionar: la Corte deja un juez a cargo del turno de feria. Y como la cautelar de Clarín cae el 15, yo creo que ellos creyeron que introduciendo sobre todo a Rosenkrantz -que es abogado externo del Grupo Clarín-, talvez podían actuar o fallar sobre la cautelar prorrogándola, o alguna cosa por el estilo. Pero constituye un desatino desde el ángulo donde se mire. Desde el punto de vista republicano, de la división de poderes, es violatorio de la Constitución Nacional. Porque ellos pasan por alto, además, que la reforma de la Constitución del 94 reforzó la independencia del Poder Judicial, entre otras cosas estableciendo precisamente el requisito de los dos tercios en el Senado para tener el acuerdo de la Cámara. No hace falta abundar demasiado, todos, incluso los aliados de Macri en la elección, salieron a criticar fuertemente la medida. Y entonces Macri fue retrocediendo en chancletas (risas). Primero dijo que postergaba la jura a febrero. Y ahora ya admite que va a enviar los pliegos como corresponde o con una convocatoria extraordinaria, o cuando se inicie el período ordinario de sesiones. Yo creo que otra cosa que lo hizo retroceder fue la posición muy firme del bloque de Senadores del Frente para la Victoria, cuando le dijeron que cualquiera que asumiera en comisión después no iba a tener el acuerdo. Algo que es absolutamente razonable. Porque si te prestás a asumir en la Corte a través de la violación de la Constitución después no podés ser miembro de la Corte para custodiar los principios constitucionales. En poco tiempo, en días, se han producido dos derrotas y dos papelones muy grandes de Macri.

 

¿En qué porcentaje piensa que influyeron los medios sobre esta elección presidencial?

Es difícil aplicarle un porcentaje, pero sí es cierto que el dispositivo mediático jugó un papel fundamental. Pero no en la campaña electoral. Va de suyo que lo ayudaron en la campaña, pero el aporte más importante que hicieron no fue ese, sino el proceso de desgaste que sistemáticamente llevaron adelante respecto al gobierno popular. Y eso excedió largamente la campaña, eso pasó en estos últimos 7 a 9 años. Lo concreto es que lograron la derrota político-electoral. Lo que no han logrado, y eso me parece muy importante, es una derrota cultural. En todo caso es una batalla que se sigue librando, pero las reacciones que se están viendo en estos primeros días de gobierno demuestran que hay una conciencia muy elevada en relación con los derechos que se han conquistado en la Argentina. Eso se debe, también, a estos 32 años de estabilidad democrática. No pasaron en vano. Pero hay que estar muy atentos. Hay títulos a medida que se hacen desde la Casa de Gobierno con los directivos de los diarios y estos después los bajan a la redacción al cierre de la edición. El dispositivo de comunicación tuvo una gran importancia, reitero, en el proceso de desgaste que se llevó sobre el gobierno popular. Pero curiosamente pudieron desgastarlo en las formas, no en el fondo. Si no, la mitad de la sociedad argentina no habría votado por la continuación de esas políticas. Nos faltó un poquito, casi la política le gana al marketing. No le ganamos, pero fue por unos centímetros.

 

-¿Cómo está, hoy, el Radicalismo?

-Si por “Radicalismo” se entiende el sello formal del partido, está en una situación de degradación muy grande. Viene ya desde hace mucho tiempo perdiendo su identidad política por muchas razones. Yo digo que este es el Radicalismo del Delarruismo. No hay debate político y se ejercitó durante una década un oposicionismo ciego que lo fue desbarrancando hacia posiciones de centro derecha, por eso a mí no me sorprendió el acuerdo de la cúpula partidaria con el Macrismo: fue casi una consecuencia natural del camino que venía transitando esa dirigencia. No podrían haber terminado en otro lugar que no fuera el de furgón de cola del intento de restauración conservadora que desgraciadamente resultó electoralmente exitoso. Hace poco fuimos víctimas de una expulsión del Radicalismo, lo cual para nosotros es una medalla de honor. Creemos que además se produjo en esos días no de casualidad, sino precisamente en el momento en que la Argentina está sufriendo una de las transferencias de recursos desde los sectores populares hacia los grupos más concentrados más feroz y más salvaje de la historia argentina. Nunca se habían combinado tanto los elementos de eliminación de retenciones, megadevaluación, liberalización del comercio, bicicleta financiera. Se produce en el momento en que Macri intentaba llevar adelante esta tropelía de elegir los miembros de la Corte a dedo, lo que ya incluso había levantado oposición en el propio Radicalismo. Yo creo que ellos decidieron la expulsión en ese momento para ver si podían disciplinar hacia el interior una alianza que está destinada a resquebrajarse.

 

-¿Por qué razón le ve este futuro?

-Porque efectivamente hay una coalición de Gobierno en la Argentina, pero no es el PRO, el Radicalismo oficial y la Coalición Cívica. La coalición de Gobierno es Macri, Techint y Clarín. Y han relegado al Radicalismo al triste papel de tener que defender en la calle y en el Congreso las decisiones que están tomando en el Poder Ejecutivo los dueños de las empresas. Yo creo que esa contradicción entre las decisiones que están tomando las corporaciones y la obligación a las que han relegado al Radicalismo de tener que defender desde la política esas decisiones, está destinada a entrar en crisis más temprano que tarde. Mientras tanto nosotros no nos preocupamos: que la conducción se quede con el Macrismo, nosotros nos quedamos con el Yrigoyenismo y el Alfonsinismo.

 

Yrigoyen en la UNLa

-¿Qué va a hacer en la Universidad de Lanús?

-En primer lugar tengo que decir con respecto a la Universidad que estoy admirado por lo que he visto, aunque sea desde el punto de vista superficial: el predio, los edificios, lo que se ha recuperado en todo sentido, no solo en cuanto a lo arquitectónico sino también en cuanto a la memoria. En segundo lugar, quiero decir también que estoy muy agradecido porque me han invitado a inaugurar la Plaza de la Democracia que va a tener dos figuras alegóricas centrales de la historia argentina pero, particularmente, del pensamiento nacional: Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón. Y en tercer lugar, también, me han dado la distinción de proponerme que organicemos y llevemos adelante un seminario sobre el Yrigoyenismo. El Yrigoyenismo talvez por razones vinculadas al paso del tiempo, ha quedado en cierta medida en la nebulosa en su aporte al movimiento nacional argentino. Las figuras más visibles del Yrigoyenismo terminaron siendo las que, paradójicamente, se fueron del Radicalismo; quienes simbolizaron al Forjismo: Scalabrini, Manzi, Jauretche, D’Alessandro, y tantos otros, como Luis Dellepiane. Pero la impronta del Yrigoyenismo en el desarrollo del pensamiento nacional es muy importante. Por eso yo le agradezco mucho a la Universidad Nacional de Lanús que hayan tenido la iniciativa de llevar adelante un seminario de estas características. Vamos a tratar de estar a la altura del desafío que se nos plantea.

 

Los mejores
Los mejores “Hará menos de un año en la Universidad Nacional de La Plata hicieron una encuesta sobre las figuras de la política argentina, pero no una encuesta electoral sino para medir, en términos sociales y culturales, cómo veía la gente a las figuras de la política nacional. A la cabeza de la encuesta estaba Evita. Cuando después le preguntaron a la gente quiénes fueron los mejores y los peores Presidentes de los 32 años de democracia, la gente contestó ‘Alfonsín, Néstor y Cristina’. Por supuesto cuando les preguntaron quiénes fueron los peores, dijeron ‘Menem y De la Rúa’. Yo no lo digo porque lo haya dicho la encuesta, pero me quedo con eso. Los mejores Presidentes fueron Alfonsín, Néstor y Cristina”.

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