Desde 1992, todos los días 22 del mes de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua —establecido por la Organización de Naciones Unidas (ONU)—, que este año 2022 llevará el lema “Hacer visible lo invisible” con la intención de alertar sobre los problemas que implica para el planeta la falta de protección de las aguas subterráneas.

Según señala esta misma organización, el objetivo de este año es “(…) protegerlas de la sobreexplotación —extraer más agua de la que se recarga con la lluvia y la nieve— y la contaminación que actualmente las acechan, ya que puede desembocar en el agotamiento de este recurso, en el encarecimiento de su tratamiento y regeneración y hasta en la paralización de su uso”.[1]

Se espera sensibilizar la conciencia de la población mundial respecto de la crisis en la que nos encontramos en relación con la seguridad hídrica de todo el planeta, ya que se estima que en menos de 5 años la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua potable[2].

El derecho al agua segura es uno de los derechos humanos fundamentales. Es además uno de los principales Objetivos del Desarrollo Sostenible (“Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”), y corresponde a los Estados garantizar el acceso a este bien para cubrir las necesidades humanas básicas tales como el consumo en preparación de alimentos y en higiene personal y doméstica, así como asegurar el acceso al saneamiento.

Nuevamente debemos destacar que quienes más sufren la ausencia de este bien son las poblaciones más vulneradas en todos sus derechos, afectando a un 40% de la población mundial[3].

Los datos de nuestro país no son más alentadores. En Argentina[4] el 51% de los hogares que acceden a agua a través de una canilla comunitaria es pobre estructural, y el 41% de la población urbana no tiene cloacas; además, según datos oficiales el 80% de los residuos cloacales que generamos se vuelcan directamente a los ríos y arroyos, sin tratamiento, contaminando aguas superficiales y subterráneas y ocasionando que la población contraiga enfermedades hídricas producto de la ausencia de una fuente segura de agua para consumo humano e higiene.

Frente a este escenario, y considerando que solo el 3% del agua en el planeta es agua dulce, de la cual no más del 1% está disponible para nuestro uso, entendemos que uno de los principales desafíos es universalizar la prestación del servicio de agua y saneamiento principalmente en los ámbitos urbanos. También lo es lograr que recapacitemos acerca del uso que cada uno/a de nosotros/as hace del agua, y que tengamos en cuenta que el cuidado de este bien nos incumbe a todos/as.

Para finalizar, cabe destacar que una de las mayores reservas de agua dulce del mundo es el Acuífero Guaraní, ubicado en territorios de Argentina, Brasil y Paraguay; e integrado por el sistema de la Cuenca del Plata.

Comprometidos/as con el cuidado de este bien, desde los equipos técnicos, de investigación y académicos del Laboratorio Ambiental de Gestión Ambiental Urbana y del Centro de Estudios Urbano Ambientales (CEURBAN) del DDPyT de la Universidad trabajamos en la obtención de datos sobre la cantidad y la calidad del agua, enfermedades hídricas y riesgos ambientales, que entendemos son cruciales para la definición de políticas y los procesos de toma de decisiones.

Proveer de datos, información y desarrollo de tecnologías es el aporte que desde nuestra universidad hacemos apuntando a mejorar la seguridad hídrica de la región y del país.


[1] Ver: ONU – Día Mundial del Agua 2022. Disponible en: https://www.un.org/es/observances/water-day

[2] Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

[3] Ver: “Agua limpia y saneamiento: por qué es importante”. Disponible en: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/wpcontent/uploads/sites/3/2016/10/6_Spanish_Why_it_Matters.pdf

[4] Recomendamos ver: Mapa del agua. Disponible en: http://www.plataformadelagua.org.ar/mapa

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