La situación de las personas con discapacidad durante el conflicto armado y en el posterior proceso de paz en Colombia fue el eje de la charla organizada por nuestra universidad junto a otras casas de altos estudios de ese país, Brasil y Guatemala.
El evento se dio en el marco del Ciclo de Encuentros Interseminarios “Deconstruyendo la discapacidad desde el Sur”, y abordó las experiencias y conclusiones publicadas en el libro “Discapacidad, conflicto armado y construcción de paz”, publicado este año por la Universidad Nacional de Colombia.
“Todas las desigualdades e injusticias que dieron origen a nuestro prolongado conflicto armado siguen lamentablemente vigentes en el país y son los jóvenes los que han salido a marchar en defensa de los derechos humanos de los y las colombianas”, expresó Aleida Fernández Moreno, una de las editoras del libro.
Asimismo, explicó que la discapacidad adopta tres aristas en este contexto: personas que ya tenían una condición de discapacidad; personas que la adquirieron a causa del conflicto; o quienes a partir del mismo desarrollaron alguna discapacidad psicosocial, “que resultan ser bastante invisibles”.
En esa línea, Clara Duarte Cuervo -otras de las editoras del libro- manifestó que el conflicto es “poco conocido por muchos colombianos y habitantes del país”.
“En algún momento nos dimos cuenta de que nos involucramos poco y que había que poner la mirada en las víctimas y en poblaciones específicas”, agregó.
El libro
La publicación surgió como respuesta a la invitación de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición de Colombia, a través de su Mesa de Curso de Vida y Discapacidad, para aportar en el cumplimiento de su mandato. A lo largo de seis capítulos se abordan diversos ejes y se recopilan distintas investigaciones académicas vinculadas a la discapacidad y el conflicto armado. Aquí resumimos algunas de las principales ideas:
– No hubo personas con discapacidad ni una mirada sobre discapacidad en las mesas de diálogo que se llevaron a cabo en La Habana, Cuba, y que dieron origen al Acuerdo de Paz firmado a finales del 2016.
– Las minas antipersonal y otros artefactos explosivos en los territorios condujeron con frecuencia al desplazamiento forzado, cuando no al confinamiento. La discapacidad surgida a causa de las explosiones refirió a un cuerpo marcado, dañado o menoscabado como objetivo y, a su vez, como instrumento de guerra. En ese sentido, distintas investigaciones indicaron que en el conflicto se reconoció como violencia principalmente a aquellas acciones que repercutieron en lesiones visibles, como las de orden físico. En consecuencia, la violencia psicológica y las privaciones y desatenciones necesitaron de un reconocimiento fuerte, en tanto fenómeno social activo y problemática de similares consecuencias a la violencia más notoria.
-Las personas con discapacidad también han sido víctimas de los denominados “falsos positivos” o muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado. En ese sentido, lo que habilitó su muerte por parte de miembros de las fuerzas militares fue, precisamente, la negación de su bien jurídico o estatus jurídico como persona con discapacidad. Es decir, al despojarlo de sus derechos como persona con discapacidad y como ciudadano, lo que quedó para los victimarios fue un inválido/minusválido o, lo que es igual, una vida sin valor. De acuerdo con lo anterior, el conflicto armado atribuyó, en principio, a los influjos de la guerra y a la estigmatización de un conjunto de personas cuyas vidas no han contado como una vida en realidad. Las víctimas fueron principalmente personas desempleadas, drogadependientes, trabajadoras sexuales, delincuentes menores, habitantes de la calle, gays y personas con discapacidad. En suma, desde una óptica siniestra, “vidas de las cuales se puede prescindir”.
– Las mujeres con discapacidad han sido afectadas por múltiples tipos de violaciones a sus derechos, como el desplazamiento forzado, los actos de destrucción y hostigamiento, privaciones a la libertad y a su integridad sexual. Parte del control territorial y del enemigo en el escenario bélico se dio por medio de la violencia hacia ellas, lo que las ha afectado de manera individual y colectiva y ha alterado la construcción y reconstrucción del tejido social. El cuerpo de las mujeres con discapacidad ha sido comprendido bajo preceptos de funcionalidad que limitan sus posibilidades y erigen barreras fundadas en la idea dicotómica de cuerpo normal y patológico.
– Distintas investigaciones abordan la relación conflicto-discapacidad desde el modelo médico-rehabilitador. En consecuencia, las posibilidades de apertura al análisis identitario son limitadas y se privilegian las prescripciones de profesionales de la salud e instituciones sociales sobre las voces de las personas con discapacidad. Justamente por eso, los estudios abarcaron el cuerpo y la experiencia corporal como asuntos individuales, y al contexto y la situación de desventaja social, como aspectos estructurales. Sin embargo, no documentaron la interacción entre tales elementos y las identidades de las personas (clase, discapacidad, género, raza y conflicto), lo que permitiría cualificar y complejizar esa relación.
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