El libro ¿Cómo lo hicieron los chinos? Algunas de las causas del gran desarrollo del gigante asiático fue distinguido este año con el premio Special Book Award of China, reconocimiento que se entrega desde 2005 a publicaciones extranjeras que den a conocer la cultura china al mundo.

Su autor Gustavo Alejandro Girado es actualmente director del posgrado en Estudios en China Contemporánea de nuestra universidad, y docente en la UBA y en la Universidad Nacional de la Matanza. En diálogo con Viento Sur, Girado habló acerca de las causas que llevaron al gran crecimiento económico de ese país, su impacto en la población y los puntos en común que podrían delinearse con la Argentina.

En el libro se habla de factores multicausales para explicar el desarrollo de la economía china, ¿cuáles serían?

Luego de la Revolución, la sociedad china hizo carne un proyecto colectivo, con el Partido Comunista a la cabeza, y llevó adelante un proceso de transformación impresionante. Cuando Mao (Tsé-Tung, fundador de la República Popular China) muere allá por el ‘76, el país tenía una economía muy empobrecida, mayoritariamente campesina, con tierras de carácter comunal.

Todas las gestiones que se dieron por el politburó en ese entonces hicieron de la prueba y error su política, porque cualquier acierto traía impactos en muchísimas personas por la cantidad de habitantes que viven allí. Entonces, uno de los experimentos fueron unos protoespacios capitalistas que se llevaron adelante en el oriente del país y que fueron conocidos como “zonas económicas exclusivas”, allá por finales de los ‘70 y comienzos de los ‘80. Esa iniciativa fue muy exitosa y se replicó en otras regiones.

Pero, de lo que se dio cuenta China era que tenía que hacerse del conocimiento porque si no iba a seguir dependiendo de Occidente. Por este motivo, implementó diversos planes quinquenales, en los que buscó hacerse de ese saber, entregando el acceso potencial a su mercado. Las transnacionales paulatinamente aceptaron esa propuesta y abrieron el mercado tecnológico. De esta manera, se conformaron empresas conjuntas y el conocimiento comenzó a ser generado en el mismo país. Hoy China cuenta con empresas de alta tecnología y es terriblemente competitiva frente a compañías estadounidenses y de la Comunidad Europea.

¿Cuán cierta es la idea de que los productos chinos invaden el mundo?

La radicación en China de las transnacionales hace que nos lleguen a casa productos de distintas empresas que no son de ese país. Eso es porque hacer las cosas allá es más conveniente por la tasa de ganancia. Entonces en el imaginario parece que China invadiera el mundo, pero en verdad la mitad de las cosas que vende tienen origen en capitales transnacionales. Y para que el sistema funcione, las compañías necesitan que les compres constantemente y por eso las cosas tienen poca durabilidad y mala calidad.

¿Cuál es el impacto en la población?

China es muy grande. Si miramos el mapa de frente, hacia el este hay un nivel de vida de Primer Mundo en varias regiones. Pero hacia el centro y el oeste el estándar es parecido al de África y al de algunos países latinoamericanos. China es el segundo país en cantidad de pobres en el mundo, detrás de la India, pero lo que hay que destacar es que es el que más rápido termina con la pobreza. Actualmente, más del 51 por ciento de la población es urbana y periurbana, mientras que el resto vive en zonas rurales, y si bien el ingreso en ambas zonas sigue siendo bastante diferente, esa brecha se ha ido acortando con el tiempo.

Para el 2021, y en el marco del centenario de la creación del Partido Comunista Chino, se estima que no va a haber más pobres y para el 2049, que son los 100 años de la fundación de la República, se espera llegar a una estructura de distribución del ingreso que la convierta en una sociedad “modestamente acomodada”, como la llaman ellos, donde va a estar la mayor clase media del mundo que va a ser superior a la suma de toda la clase media estadounidense y europea.

¿Qué ocurre con las jornadas laborales?

Trabajan muchísimo, no hay distinción entre domingo y lunes, y si hay algún feriado nacional, luego se compensa el fin de semana. Tienen muchas dificultades con el tema del ocio, pero creo que esto excede un poco a China y podría englobarse más en una cuestión de la cultura asiática, en la que se vive para trabajar, prácticamente algo muy distinto a nuestra mirada. Son muy agradecidos de tener trabajo y las actuales generaciones acumulan capital para darle a las venideras, especialmente para que estudien. Esto explicaría un poco el tema de la diáspora y de la salida de tantos chinos del país, porque hay muchas dificultades para que los jóvenes puedan continuar sus estudios, en virtud de que la universidad no puede contener a tanta gente. Entonces, si el chico o chica no logra ingresar, las familias se van para que pueda hacerlo. Hay una idea de progreso vinculada a la acumulación material dentro de la familia, que es el eje articulador de la sociedad.

¿Existen puntos en común entre Argentina y China?

En principio la planificación, que fue propia de Latinoamérica en los ‘50 y ’60 y acá en la Argentina tuvo origen en Perón. Los chinos no abandonaron esa forma de hacer política y han elaborado su plan quinquenal número 14, que es una construcción política que lleva años y que surge desde las bases. Ese instrumento es algo para rescatar. Luego son muy interesantes las políticas para hacerse del conocimiento, fomentar la educación política, aggiornarse a las circunstancias actuales, incluir a las nuevas tecnologías y, eventualmente, sumar a los capitales chinos y hacer empresas mixtas. A China le sobra financiamiento, tecnología e infraestructura y nosotros podemos aportar legislación sobre derechos laborales, avances sobre agroalimentos, y productos potenciales para su mercado. Todo esto generaría divisas que le faltan al país.

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