En nuestro español rioplatense es cada vez más usual utilizar la letra “e”, el @ y la “x” como modo de evitar estereotipos sexistas. Si bien hay diferentes teorías sobre el momento en que nació el lenguaje inclusivo, es indudable que se ha ido incorporando en la cotidianeidad no solo de hablantes del español sino también de varias lenguas, entre ellas los seis idiomas oficiales de Naciones Unidas.
Sobre este tema —especialmente candente a partir del anuncio de la prohibición del lenguaje inclusivo y todo lo referente a la perspectiva de género en la Administración Pública— hablamos con Dora Barrancos, investigadora, socióloga, historiadora, educadora y feminista argentina. En su extensa trayectoria, Dora fue directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, es Investigadora Principal del CONICET —donde formó parte del directorio entre 2010 y 2019—, y fue docente de nuestra universidad.
Más allá de la letra, ¿qué significa prohibir el lenguaje inclusivo en la Administración Pública? ¿Cómo impacta en el resto de la sociedad?
Significa un gravísimo retroceso en materia de libertad. Es un oxímoron que esta gobernanza se constituya como La libertad avanza cuando todos los días tenemos novedades sobre los retrocesos en materia de dignidad y libertad humana. La verdad es que se trata de una de esas sintonías alargadas en diversas partes del planeta en relación con la ofensiva contra los feminismos, las feministas, las agencias por los derechos de las diversidades sexogenéricas: en suma, por quienes han sido usinas propulsoras del lenguaje inclusivo, que no es otra cosa que un alargamiento para no hacer exclusivo lo que en nuestra Real Academia Española, el idioma español, es el sujeto no marcado dominante masculino.
Es absurdo además de una práctica absolutamente autoritaria, fascista, la posibilidad de ingresar esta prohibición. Además una se pregunta si efectivamente van a abandonar las declinaciones femeninas cuando es inexorable hacerlo. No es solo un atropello a las libertades, a la dignidad humana: también hay una cuestión desquiciada, es un a contramano a la historia, es un atropello. El derecho a hablar como queremos es un derecho inexorable.
¿Ves esta prohibición como un primer paso hacia el avance sobre los derechos de mujeres y diversidades?
Sí, ya han avanzado claramente contra los derechos de las mujeres y de las diversidades, claro que sí. No es que hay amenazas, ya han avanzado. Destruyeron por completo el ministerio que analizaba la problemática de la condición femenina, de las relaciones de género, de las diversidades. Luego han decretado también la extinción del Inadi, de modo que esto es más que una amenaza: es la concreción de un des-hacerse de los derechos que hemos conquistado.
¿Se puede, tanto por posibilidad como por derecho, prohibir por decreto un uso del lenguaje cada vez más habitual?
En último término, la sociedad va a seguir haciendo lo que quiera. En realidad la medida es con la Administración Pública, pero hay que entender que “administración pública” puede además significar lisamente el apagón por un decreto de la ley Micaela. Acá, la otra cuestión gravísima es el avasallamiento de lo que dispone la ley Micaela. Claramente la ley ha estado significando cambios notables en la perspectiva de actuación del poder ejecutivo, del poder legislativo, del poder judicial. Entonces esto sí que debe ser leído como un asunto que más intensamente agrava el retroceso en materia de nuestros derechos. La ley Micaela fue toda una conquista conseguida por Néstor y Andrea, padres de Micaela García, y fue muy acompañada, y fue comprendida, y ahí ha ido introyectándose, al punto de que esta ley también nos colocó en una situación de alta visibilidad en América latina. Muchos países están intentando hacer un copyright de la ley Micaela. Este es el otro aspecto que no puede dejar de señalarse como de gravedad ya no digo inusitada, porque lamentablemente lo inusitado está siendo la materia corriente de cada día.
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