Juan Manuel Coronel es Presidente y José María Gómez es Secretario de la Fundación Dotación 1982 Y Familiares de Caídos del Crucero General Belgrano. Ambos formaban parte de la tripulación del crucero General Belgrano en aquella terrible tarde del 2 de mayo de 1982. José María Gómez ingresó en el servicio militar obligatorio en abril de 1981, hizo la instrucción previa del cuartel y después fue designado al Crucero. Juan Manuel Coronel tenía entonces 19 años.

“A nosotros nos une lo que vivimos en la guerra, el espíritu de solidaridad que existía –dice Coronel-. Cuando se hundió el barco se escuchó cantar el Himno Nacional  y eso es algo que me quedó en lo personal muy marcado en mi vida, porque con la edad que teníamos cantar el Himno Nacional, rendirle un homenaje a los que murieron, rendirle un homenaje a la Patria es lo que nos ayudó a sentirnos argentinos y eso es lo que nos lleva hoy a hacer muchas cosas, nos lleva a ser solidarios con los demás porque los demás también fueron solidarios con nosotros. Es una bandera irrenunciable”. José Gómez agrega que “eso nos dio la pauta de lo que es ser compañero en situaciones críticas. También nos unieron las situaciones alegres que compartimos en las navegaciones”.

“Estuve 40 horas naufragando, hubo compañeros que estuvieron hasta 44 –recuerda Juan Manuel Coronel-. Una vez rescatados, nos llevan con buques propios al continente, nos dejan en Ushuaia y ahí nos dieron una indumentaria más apropiada. De allí nos trasladaron en avión en Comodoro Rivadavia hasta la Base Aeronaval Comandante Espora y de ahí llegamos a Puerto Belgrano y nos dan un descanso de 8 días. Luego nos mandaron a bases navales cercanas a nuestra casa. Hice tres comisiones en el crucero, no era de la dotación fija. Cuando todo terminó buscamos reinsertarnos en la sociedad, buscar nuestro propio destino. Más de uno tenía su trabajo antes de entrar al servicio militar obligatorio y a otros les fue muy difícil encontrarlo”.

Terminada la guerra, los veteranos del crucero empezaron a juntarse con otros compañeros y el 26 de agosto de 1982 deciden agruparse oficialmente y crear la Fundación. Coronel dice “hacía muy poco que había terminado la guerra, no teníamos un lugar. Básicamente éramos soldados conscriptos que no teníamos lugar en nada, conseguir un trabajo era difícil, los que estábamos enfermos no teníamos ni un lugar donde atendernos. Ese año hubo en Chaco inundaciones muy graves y muchos de nuestros compañeros que volvían de la guerra encontraban sus casas devastadas; eso nos ayudó a nosotros a empezar a reclamar al Estado y pedir subsidios para viviendas. Nosotros entregamos al Congreso el primer petitorio de lo que consideramos nos debían dar, una legislación exclusiva para los que volvimos de la guerra y, gracias a ello, hemos obtenido algunos beneficios, siempre gracias a la lucha y a no claudicar”.

Por su parte, José recuerda que “los primeros 10 años fueron terribles, solos nos hicimos cargo de nuestras penurias y con el tiempo pudimos avanzar; primero éramos los ex combatientes y hoy somos los veteranos de guerra, nosotros hemos obtenido beneficios pero con el tiempo se van creando otras necesidades”.

 

Crimen de guerra

“Una de nuestras principales banderas es la del hundimiento del Crucero General Belgrano –dice Coronel-. Creemos que ese fue un crimen de guerra, un acto desmedido, donde fueron 323 los muertos, casi la mitad de todos los argentinos muertos en la guerra y ellos aún no han tenido justicia y sus familiares no obtuvieron respuesta de ningún gobierno”.

En diciembre del año pasado la Universidad Nacional de Lanús firmó un Convenio Marco con la Fundación DOTACIÓN 1982 Y FAMILIARES DE CAÍDOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO con el fin de promocionar acciones conjuntas tendientes a crear lazos de colaboración recíproca en los campos académico, científico y cultural. “Aquí la rectora Ana Jaramillo nos ha brindado un apoyo incondicional –dice Coronel-. La única lucha que se pierde es la que se abandona, por eso trabajamos tanto con los proyectos educativos acerca de Malvinas, apoyamos y trabajamos con la UNLa, una de nuestras defensoras más acérrimas y promotoras de la enseñanza de nuestra cultura latinoamericana”.

Sobre la enseñanza de Malvinas en las escuelas, el veterano de guerra opina que esta debe encararse “desde la historia, no tan solo desde la perspectiva de la guerra, porque la guerra es un apéndice que nosotros vivimos, pero también debemos reconocer que hay una historia desde que se descubrió Malvinas. La Universidad hizo un trabajo muy bueno, es muy importante para nosotros contar con ese material, porque las Malvinas tienen una importancia geopolítica muy importante y una proyección antártica para Gran Bretaña”.

 

¿Hay una deuda con el veterano?

José dice que “la deuda siempre fue desde el Estado, no de la sociedad. Falta el reconocimiento político de decir ‘estas personas son las que fueron a luchar por nuestra Patria’. La gente, sin embargo, no sabe cómo agradecernos. Muchos de nuestros gobernantes no tienen sentido de pertenencia. Nosotros lo construimos desde la escuela, a través de nuestros maestros, y eso se reforzó con nuestro juramento nacional en el ejército. No hace falta tener documento argentino para sentirse como tal, cuando nuestros funcionarios lo sientan en el corazón, ahí van a defender verdaderamente nuestros intereses”.

A principios de 1990 la prensa argentina dio a conocer que el por entonces presidente Carlos Menem, y su Ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo, se habían reunido en Madrid con funcionarios del Reino Unido a firmar un Acuerdo-Tratado entre ambos, también conocido como “paraguas de soberanía”, en el que se establecía un acuerdo comercial entre las partes, que produjo un retroceso en la posición argentina y el avance británico sobre la explotación pesquera y petrolera.

“Cancillería recién respondió nuestros reclamos en 2016 y nos dicen, que respecto al juicio internacional contra Gran Bretaña por el crimen del Crucero, esa acción dañaría el acuerdo que firmó Menem en el año ’91. Por ende, no puede representarnos el Estado, solo podemos hacerlo como particulares damnificados y no podemos sortear esos costos”.

La Fundación tiene como premisa principal defender la memoria de los caídos, atender a sus familias y sus derechos, y también colaborar con los demás. “Nosotros queremos devolverle a la sociedad lo que nos dio, los veteranos siempre estamos presentes, cuando hay catástrofes naturales, por ejemplo, el veterano de guerra está presente mostrando su gratitud y solidaridad. Nosotros hemos aprendido la solidaridad en la guerra Yo creo en el destino –dice Coronel- el mío fue estar en la guerra y parte de ese destino fue, también, haberme salvado”.

 

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