Este es el primero de una serie de tres artículos, en los que iremos compartiendo la enriquecedora experiencia docente que vivimos en este primer cuatrimestre del Seminario de Pensamiento Nacional Latinoamericano.

Ya al comienzo de la cursada del seminario —obligatorio para todas las carreras de nuestra universidad—, los y las estudiantes mostraron muchos conceptos que ya traían de su vida preuniversitaria; luego, a lo largo del proceso, internalizaron otros nuevos tales como “Pensamiento Nacional Latinoamericano”, “eurocentrismo”, “imperialismo”, “colonización cultural y pedagógica”. En la apertura del curso, Francisco Pestanha —uno de los titulares— enfatizó que el mismo constituye uno de los valores centrales de nuestra Universidad ya que “como diría Alcira Argumedo, el Pensamiento Nacional Latinoamericano es una matriz autónoma y creativa, es el pensar americano. Es la forma que tenemos los latinoamericanos de pensarnos a nosotros mismos”. Luego de la primera clase, preguntas tales como “¿Cómo América se pensó así misma?”, “¿Cómo nos fuimos pensando a nosotros mismos?”, “¿Cómo no fuimos conociendo desde la Historia?” o “¿Cómo se ocultó nuestra Historia?” quedaron flotando entre estudiantes y docentes para intentar sus respuestas durante toda la cursada.

El Seminario no gira sobre la historia de las ideas, sino que parte de un escenario determinado y concreto, como pueden ser las luchas de Tupac Amaru y Micaela Bastidas contra el colonialismo, o los esfuerzos por la emancipación americana. Arturo Jauretche y Paulo Freire, entre otros, señalan que los estudiantes tienen numerosas fuentes de información y saben más de lo que creen: en la segunda clase, al preguntarles a los estudiantes qué conocían del seminario, fue sorprendente la interiorización de algunos conceptos clave tales como “Nuestramérica” y “Patria Grande”; también se refirieron al “autoconocimiento” y la “autoestima”, dimensiones planteadas como herramienta didáctica para definir al Pensamiento Nacional Latinoamericano[1].

En clases subsiguientes se propusieron actividades en las que los estudiantes debían responder consignas a partir de la lectura de “Las siete dimensiones del Pensamiento Nacional Latinoamericano”[2]: las respuestas, bastante homogéneas, giraron en torno a la necesidad de valorar y apreciar nuestras raíces. También se plantearon los ejes trabajados por Mario Oporto, otro de los titulares del Seminario: Unidad y fragmentación de América Latina y “las 7 Notas”, otra herramienta didáctica para reflexionar, comprender e interpretar a nuestro continente.

América Latina ¿es una Nación?

A partir de la lectura de este texto de Norberto Galasso hubo diferentes respuestas. “Podemos afirmar desde nuestro punto de vista —respondió un grupo—, que NO es una Nación ya que como un punto estratégico colonial fue duramente influenciado por potencias en búsqueda de establecer estructuras vulnerables y manipulables (…) Aunque podemos suponer que la separación y manipulación sería solo económica, las fronteras establecidas afectan al plano cultural y social con el único objetivo de derribar al mayor enemigo del Imperio capitalista, la Patria Grande”. 

Otros estudiantes respondieron: “Consideramos que, según expone Galasso, América Latina posee un carácter inmaduro para considerarse Nación puesto que alude a la ausencia de una fuerza social cohesionadora, incapaz de construirla. A pesar de compartir características en común, como el idioma, culturas y los cambios a lo largo de la historia, no pudo consolidarse como un Estado continental, debido a la fragmentación producida por la influencia eurocentrista en un principio, y posteriormente, la norteamericana”.

En coincidencia, otro grupo mencionó que “según el texto de Galasso, América Latina no es una Nación, ya que triunfó el proyecto de patria chica. Esto se debió, por un lado, a la fragmentación impuesta externamente por los imperios y, por otro lado, a la oligarquía que buscaba un beneficio propio y no un beneficio colectivo”. (Esto es importante porque por lo general se les enseña a los estudiantes que el siglo XIX fue el siglo de la formación de los Estados-Nación en América en tiempos de armonía cuando, en realidad, fueron tiempos de profundos conflictos y guerras civiles en todo el continente entre quienes querían la unidad para ser libres y quienes querían un continente fragmentado al servicio de intereses foráneos).

Un cuarto grupo opinó que “Para Galasso, América Latina no es una Nación porque no fue construida como tal. Luego de las guerras de independencia, los próceres de América Latina se dividieron en dos grupos: aquellos que querían construir una América Latina unida y fuerte, que valore el trabajo en conjunto entre los diferentes gobiernos, guiados por la ideología de Patria Grande; y aquellos que fomentaban el individualismo nacional, guiados por las ideas de patria chica (la cual se aclamó victoriosa) y por la oligarquía (terratenientes y negociantes poderosos) que buscaba un beneficio propio y no colectivo, además de la presión exterior por parte de los imperios europeos”.

Rotundo, otro grupo sentenció: “No, para Norberto Galasso, América Latina no es una Nación en sí misma, sino una región conformada por distintos países con realidades y culturas diversas. En su pensamiento, la unidad latinoamericana se basa en la hermandad y solidaridad entre los pueblos, y en la lucha contra la dependencia económica y cultural de las potencias extranjeras. Galasso considera que la construcción de una verdadera unidad latinoamericana requiere de una fuerte identidad cultural y política compartida, así como de políticas económicas y sociales que busquen el beneficio de los pueblos de la región en conjunto”.

Las 7 Notas”

Las respuestas sobre este instrumento didáctico desarrollado por Mario Oporto fueron en general homogéneas.

  • Fragmentación: América Latina antes del siglo XIX estaba constituida por Virreinatos, Capitanías Generales, etc. Con las Independencias o emancipaciones se bifurcaron dos proyectos de país: el de la unidad propiciada por San Martín, Bolívar, O´Higgins, y el de la fragmentación propiciada por Rivadavia, Mitre, Sarmiento. Triunfó el proyecto de la patria chica. Durante el siglo XX Juan Domingo Perón propuso el ABC (la unidad de Argentina, Brasil y Chile) porque consideraba que era necesario un Estado continental regional industrial para poder crecer como espacio geopolítico y contrapesar los intereses de las potencias hegemónicas. En el siglo XXI, cuando Estados Unidos quiso imponer el ALCA en su propio beneficio, Kirchner, “Lula” y Chávez le dijeron NO, durante la histórica IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Por el contrario, la región creó la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) entre otros organismos.
  • Dependencia: Primero fuimos un continente colonizado por los imperios español, portugués y francés. Luego logramos una independencia política formal, pero fuimos un continente semicolonizado por Inglaterra (en el caso argentino, los territorios de las Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur aún siguen ocupados por los británicos). En los últimos tiempos fuimos dominados por el Imperio de Estados Unidos.
  • Desigualdad: Somos el continente más desigual del mundo: muy pocos son ricos y millones son pobres. En la actualidad hay 86 millones de pobres en América Latina (fuente CEPAL).
  • Monoproducción: América Latina fue y es muy rica en recursos, pero los intereses imperiales, sobre todo Inglaterra en el siglo XIX, impidieron que se industrializara e impusieron la monoproducción de cultivos. El conocido modelo agroexportador: Argentina y Uruguay exportaban vacas y granos; América Central, Brasil, Colombia y Ecuador, productos subtropicales como café y bananas, entre otros; Bolivia, Perú, Chile y Venezuela exportaban minerales; desde Inglaterra se importaban manufacturas.
  • Sociedades políticamente oligárquicas: A mediados del siglo XIX, la sociedad se organizó políticamente, por un lado, en oligarquías portuarias (conformadas por la burguesía comercial anglo-criolla y los estancieros bonaerenses) y por el otro en sectores populares.
  • Racismo: Nos caracterizamos por discriminar al otro por su color de piel, por su ideología, por su fisonomía, etc., cuando somos un continente que se caracteriza por el mestizaje: descendiente de pueblos originarios, de africanos traídos como mano de obra esclava por los imperios español, portugués y francés, de inmigrantes italianos y de otros países europeos. Como dirían los pensadores nacionales, “somos todo eso y nos sobra identidad”.
  • Sistema patriarcal: Se produjeron avances en cuanto a las conquistas del feminismo: sin embargo el sistema patriarcal sigue vigente. Al respecto se pueden analizar las tasas de femicidios (en los últimos años hubo un promedio de 250 mujeres asesinadas), los hechos de violencia de género y abuso sexual, las diferencias salariales entre hombres y mujeres, el incumplimiento de la Ley de Cupo, etc. Hay países como Guatemala en el que se endurecen las penas por aborto y se prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo.

[1] Las 7 A son definidas por Francisco Pestanha y Emanuel Bonforti en numerosos artículos y en libro “Introducción al Pensamiento Nacional”.

[2] http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/las-siete-dimensiones-del-pensamiento-nacional-y-latinoamericano/

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