Este gran activista por los Derechos Humanos nació en Francia el 26 de enero de 1904 y falleció el 15 de enero de 1988 a los 83 años de edad. Su longevidad está llena de episodios de género muy diverso que oscilan entre lo estrictamente privado y lo rigurosamente político, siempre normados por una ética de la lucha humanista hija de un siglo especialmente complejo y desafiante. Recibió el Premio Nobel de la Paz y el Premio Lenin de la Paz.
Aunque el interés nuclear de su lucha fue siempre la defensa de los Derechos Humanos no es menos central para entender su vida y su obra, el papel que jugó como coordinador responsable de la elaboración del “Informe” mundial que lleva su nombre y que tiene por tema primordial el “Derecho a la Información y a la Comunicación”. Agenda por su parte decisiva para la humanidad en nuestro tiempo.
A veces el pueblo trabajador genera información como actor de episodios históricos pero el “profesional de la noticia” formateado por los intereses de mercado, produce una distorsión fabricada para reflejar la práctica social de la burguesía y jamás la práctica transformadora de los pueblos. MacBride entendió que la producción de la información está en manos de la clase dominante y está sometida a intereses parciales controlada por las leyes del mercado. Que en tales condiciones la sociedad reclama una apropiación colectiva y democrática de los medios de información con iniciativas de medios no lucrativos bajo premisas anti-monopólicas. Eso incluye un examen crítico del Estado y su gestión de los medios de comunicación que deben ser garantes de la libertad de prensa popular, de la paz, de reglas estrictas de protección del derecho a la información que los pueblos tienen. Los monopolios privatizaron la dinámica de la información. El concepto vigente de “libertad de prensa” y “de expresión”, está subordinado al interés del mercado. Los pueblos han sido relegados al papel de consumidores de información manipulada bajo intereses de clase. Esa información no sirve para liberar a los pueblos porque los encarcela intelectual y físicamente. Esa información es una fábrica de miedos represivos y odio de pueblos contra pueblos y contra sus líderes.
En la perspectiva de MacBride el modelo de producción de información democratizado, debe explicar el mapa de la ideología en los “medios de comunicación de masas” como una primera etapa de un trabajo científico capaz de cambiar el uso de los medios con una dinámica de la acción democratizadora de raíz, es decir, “Un Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación”.
Pero MacBride no se contentaba solo con la “democratización”, aspiraba a una comunicación de nuevo tipo. Consideró, de manera crítica, que la producción de información dedica demasiado espacio a los contenidos y formatos envejecidos en la lógica del mercado cuando, por otra parte, se hace urgente trabajar en la creación de la nueva expresión que den testimonio de las revoluciones humanas desde las ciencias, las artes, la filosofía hasta los movimientos sociales. La Información y la Comunicación predominante es indiferente e insensible a la situación interior de las fábricas, a la vida diaria de los pueblos y a la necesidad de entretenimiento culto para las sociedades.
El Derecho a la Información y a la Comunicación debe desarrollarse como un baluarte nuevo en la educación y la cultura de los pueblos con ejemplos vivos y concretos, tomados de todos los dominios de la vida. El Derecho a la Información y a la Comunicación debe crecer en extensión semántica y en amplitud práctica, esta es su tarea principal en atención a la vida cotidiana. Mantenerse más cerca de la vida.
Hoy estamos lejos de ejercer el control popular y democrático de los medios informativos. El neoliberalismo ha suturado las vías y cierra el paso a la presencia de los pueblos en su aparato de dominación ideológica. MacBride supo que no es suficiente exigir la nacionalización de los medios de comunicación controlados y manejados por la burguesía. Que la democratización de los contenidos y de las herramientas debe superar el nivel del discurso para exigir un proceso de reapropiación que derive en la tesis: “Un solo Mundo, Voces Múltiples”.
Para MacBride, como para muchos, cobró interés estratégico la campaña desarrollada a nivel mundial en defensa de la Igualdad y la Libertad de Expresión de los pueblos. Su lucha cuestiona a fondo que el poder de los medios pertenezca a una minoría propietaria que impone su identidad en la verticalidad del mensaje, de un arriba de clase hacia un abajo de clase, o dicho de otro modo: un emisor transmite la ideología dominante hacia un receptor que constituye una base consumidora de valores y normas.
MacBride entregó su vida a la lucha por los Derechos Humanos y eso, hay que recordarlo siempre, por un “Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación”… pero emancipadas y emancipadoras.

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