La pandemia del Coronavirus provoca impactos en distintos sectores de la sociedad mundial, entre ellos el ambiente. Si bien en algunas zonas se ha observado una disminución de la contaminación atmosférica debido a la cuarentena impuesta, el panorama se hace incierto a la hora de saber qué pasará después, cuando todas las actividades productivas vuelvan a la cotidianidad.

María Sol Quiroga, directora de la Licenciatura en Gestión Ambiental Urbana de nuestra universidad, explica con detalle cada uno de estos interrogantes.

¿Podría decirse que la baja en la contaminación del aire es una buena noticia entre tantas malas?

Si hablamos de contaminación atmosférica estamos hablando de niveles de dióxido de carbono y dióxido de nitrógeno en el aire. Efectivamente, hay una disminución en las emisiones de dióxido de carbono en aquellos lugares en los que se frenó la actividad económica. De esta manera, por ejemplo, en China se estima una reducción cercana al 25% durante cuatro semanas.

Hay que tener en cuenta, también, que los niveles de dióxido de carbono en las estaciones de medición clave[1] han sido, hasta el momento, más elevados que los del año pasado.

Podemos decir, además, que las emisiones constituyen “lo que le pasa” a la atmósfera, mientras que las concentraciones evidencian “lo que queda” en la atmósfera después de la interacción de todos los subsistemas terrestres (atmósfera, biósfera, litósfera, criósfera e hidrósfera). Por ejemplo, la biósfera y los océanos absorben aproximadamente el 25% de las emisiones cada uno. Entonces el dato importante es que respecto a las concentraciones no se ha evidenciado un descenso sino un aumento en los últimos meses, con mediciones que llegan hasta 4 PPM[2] más altas que el año pasado.

Los procesos naturales de absorción de las emisiones son mucho más importantes que la desaceleración de las emisiones, con lo cual es demasiado pronto para establecer una disminución de las concentraciones a nivel global.

Respecto al dióxido de nitrógeno, sus niveles se han visto reducidos significativamente durante las cuarentenas de China e Italia. En esta última se calcula que el descenso fue de aproximadamente un 10%[3]. En el caso de este componente, las reducciones de emisiones son visibles en poco tiempo, con lo cual se eleva la calidad del aire. El dióxido de nitrógeno es un gas emitido preferentemente en los procesos de combustión a altas temperaturas. Por ejemplo, a partir de la combustión en vehículos motorizados, por eso es frecuente encontrarlo en áreas urbanas. (Ver “Situación en la Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense”)

Hay ciertos especialistas que han puesto el acento en la cantidad de materiales descartables que se utilizan, los cuales podrían elevar el volumen de contaminación del suelo y del agua. 

Los residuos generados por personas infectadas no llegan al sistema tradicional de recolección domiciliaria del CEAMSE y tienen un tratamiento especial como “residuos patogénicos”, que está reglamentado en normativas a nivel nacional y provincial.

Quizás el conflicto podría surgir del volumen de los residuos generados, pero, a mi criterio, las medidas tomadas en el sistema de salud han limitado las actividades a las estrictamente relacionadas con los casos de urgencia, disminuyendo así considerablemente la cantidad de los residuos generados.

Respecto del impacto que esto pueda generar, hay mucha información circulando en distintos medios, pero ninguna confiable.

¿Qué pasa el día después de la cuarentena, cuando se normalicen las actividades productivas? ¿El impacto podría ser peor?

Distintas instituciones a nivel internacional advierten que el descenso de las emisiones provocado durante una crisis económica es seguido por un crecimiento acelerado de las mismas, pero esto no podría generalizarse.

En el caso del Coronavirus está ocurriendo una disminución de las emisiones por la caída de la actividad industrial abrupta, el tránsito y la movilidad de las personas, y esto provoca una mejora en la calidad del aire y la disminución en la dispersión de residuos con lo cual sí hay un descenso de la contaminación, al menos momentáneo.

Pero, por otra parte, también podemos decir que este tipo de crisis es acompañado por una disminución de los controles del Estado y por lo tanto hay mayores posibilidades de que las industrias puedan hacer vuelcos o descarte de materiales en desuso en sitios inapropiados.

Es importante que los gobiernos, sobre todo a escala local, estén atentos a la cadena de controles, porque en estas circunstancias esta se debilita y las industrias que no tienen recursos para hacer la gestión correcta de los residuos aprovechan la situación. Esto es clave en regiones como la nuestra, donde hay muchos establecimientos radicados en el ámbito de la Cuenca del Matanza Riachuelo.

Situación en la Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) elaboró mapas con datos satelitales que muestran la disminución de dióxido de nitrógeno (NO2) en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense durante los primeros días posteriores al Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, en comparación con las jornadas anteriores. Los mapas generados por CONAE con datos del sensor TROPOMI del Satélite Sentinel-5P de la ESA, muestran en color marrón oscuro una mayor abundancia de NO2 para las fechas previas- 13 y 16 de marzo- y una drástica disminución en las días posteriores- 20 y 23 de marzo-. Los puntos marrones dispersos indican contaminantes transportados por el viento y por las condiciones meteorológicas presentes.


[1]Según la Organización Meteorológica Mundial.

[2]PPM: Partes por millón.

[3]Según mediciones del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copérnico de la Unión Europea.

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